7 dic 2011

La cosa


Un escalofrío ha recorrido mi espalda cuando al darle al interruptor de la luz, este no ha funcionado. Probé con el de la cocina y el dormitorio obteniendo el mismo resultado. De repente, el pánico se ha apoderado de mí, sé que el primer paso que da la bestia, o la cosa como la llaman todos, es dejar a sus presas sin el suministro eléctrico. En silencio, intento orientarme con las manos para llegar al sofá y acurrucarme en una esquina. No me atrevo a encender una vela, tengo la esperanza de que el silencio y la oscuridad sean mis cómplices y den a entender que la casa está vacía. Aunque sé que no hay nada que hacer, si viene a por ti, no tienes escapatoria.

Hace tiempo que ronda este barrio, antes lo había hecho en otros. La cosa, no tiene compasión con nadie.

Intentan tranquilizarnos, las autoridades nos dicen que lo tienen controlado y que hacen todo lo posible para acabar con ella. Pero no es así y lo sabemos. Cuando la cosa ataca a una familia, porque suele abalanzarse cuando están todos en casa, ellos, los que pueden hacer algo para salvarnos, se limitan a ocultarnos la gravedad del asunto.

No estoy seguro de cuánto tiempo llevo en la misma postura. De pronto unos gritos rompe el silencio. La conozco, es la voz de mi vecina de abajo.

- ¡No, por favor son niños! ¡Solo son niños!

Aunque me duela, tengo que dar gracias a Dios que mi familia me abandonara hace unos meses. Y ya que estoy, rezo para que la bestia pase de largo y no venga a por mí.

El edificio ha quedado en silencio, aunque parece que escucho unos pasos subiendo las escaleras. No puedo más y lloro como un niño. El temblor de mis piernas me impide salir corriendo; sé que es el fin.

Escucho unos porracitos tras la puerta seguidos por golpes violentos, a continuación, la puerta estalla.

Allí, acercándose con violencia, está la sombra de la crisis, la bestia del desahucio ha venido a por mí. Y a partir de esta noche, tendré que dormir a la intemperie.


9 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Nos salvan los puentes...

Katy dijo...

Que bien has descrito este mal que nos asola y acecha desde cualquier rincón,. Todo empieza por el apagón y a veces se sale otras irremediablemente tienes que acudir a la familia.
Bss

Unknown dijo...

Hola Mª Jesús. Los puentes para quién los tenga, amiga. Yo no cojo ni un badén, y lo digo satisfecha, que conste.
De nuevo te doy las gracias por estar siempre ahí.

Unknown dijo...

¿Qué tal, Katy? Es el telediario nuestro de cada día. ¿Te has dado cuenta de la cantidad de casa vacías que hay por ahí, y de la cantidad de personas que no tienen dónde vivir? No es justo ¿no crees?
Muchas gracias, amiga.

Verdial dijo...

Bueno, ya sabes cual es mi opinión sobre el relato, pero te lo repito de nuevo: estupendo y sorprendente. Esos finales, a los que nos tienes acostumbrados me encantan. Tienes buena madera de escritora MJesús.

Nos vemos luego.

Un abrazo

aldhanax dijo...

Ese terrible monstruo que avanza lentamente y deja a la intemperie y sin nadie a tantas y tantas personas por todos lados sin importar el lugar, país, raza o color. Anda lentamente destruyéndolo todo.
Hermoso escrito aunque aterrador.
Besitos

Blanca Miosi dijo...

Estremecedor, MJesus. Un cuento que cobra actualidad aunque siempre estuvo presente para muchas familias. Has sabido inroducirnos en el pellejo del desahuciado.

Un cuento enorme.

¡Gracias!

Muchos besos,
Blanca

Felipe Tajafuerte dijo...

Este tercer relato que he leido me ha convencido. Definitivamente me quedo aquí con tu permiso y me apunto al carro de tus seguidores. Un cordial saludo.
http://desdemimejana.blogspot.com

Unknown dijo...

Verdial. Paso a paso vamos aprendiendo ¿verdad?

Pequeña Ada. Es un monstruo terrible, pero por desgracia está ahí.

Blanca. Tienes razón, siempre estuvo ahí, y supongo que siempre seguirá estando.

Felipe. Me alegra que te quedes.


Gracias a todos y un saludo para cada uno.