Me gusta viajar, bueno, sería más cierto decir; me gustaría viajar.
La puerta de mi nevera, está adornada con esos imanes que se suele comprar en las ciudades visitadas, y que muestra el monumento más representativo de dicha ciudades. Ninguno es mío, todos son regalos de mis padres, de mis hijos, o de mi hermana, de cuando han viajado. Saben que me gustan esos imanes y se acuerdan de traérmelos.
Mi hermana, continuamente insistía en que tenía muchas ganas de que realizásemos un viaje juntas, supongo que era para sacarme de mi monotonía. Pues bien, hace unas semanas, me decidí y acepté. Esta vez, mi marido no podía oponerse. Él había regresado de su peregrinación a la aldea del Rocío. Todos los años le gusta hacer el camino a caballo para ver a la Virgen (muy devoto él) yo no voy, no me gusta; soy agnóstica, no me gusta beber, y tengo mucho “malaje” bailando, por lo tanto, allí no pinto nada. Él se va con unos amigos y durante nueve días, eso sí es verdad, gracias a la Virgen del Rocío, tengo; la casa, el coche y los niños para mí.
Como he dicho antes, acepté, y mi hermana y yo nos fuimos a Madrid, me encantó la experiencia. Fuimos invitadas por dos amigas de mi hermana. Laura y Ceyla, son dos hermanas de nuestro pueblo que viven allí por cuestiones de trabajo y estudios, ellas nos enseñaron la ciudad llevándonos a los lugares más emblemáticos. También fuimos al teatro, y se encargaron de que no nos faltase nada; unas amigas y unas anfitrionas magníficas.
Lástima que llovió todo el día, aun así, pudimos ir a la feria del libro, donde conocí en persona a mi amiga Mª Dolores (la bruja de Clarà) ganadora del concurso de novelas de Yoescribo en 2008. Fue casualidad que ella también estaba en la capital aquél mismo fin de semana. Quedamos y el encuentro fue emocionante.
Mª Dolores y yo, somos amigas desde hace mucho tiempo, aunque sólo nos conocíamos por internet y alguna vez que nos habíamos llamado por teléfono. El encuentro fue muy breve, las dos teníamos muchas cosas que hacer y muy poco tiempo para hacerlas. La lluvia también tuvo mucha culpa pues nos obligó a caminar deprisa, y nos impidió tomarnos un refresco en alguna terraza, como era mi idea desde un principio.
¿La anécdota del viaje? Bueno, pues se me ocurrió llevarme unos zapatos de esparto, son comodísimos. Por lo visto debían de estar sedientos, porque según andaba, iban absorbiendo toda el agua del suelo. Cada vez pesaban más, y llegó un momento que las tiras no aguantaron y cedieron. Los zapatos se rompieron, y casi descalza, tuve que entrar en una zapatería a comprarme otros. Mis viejos zapatos, comodísimos, se quedaron en Madrid.
El domingo amaneció soleado y nos fuimos de nuevo a ver la ciudad, esta vez, sin paraguas. A la hora del almuerzo, decidimos hacer un picnic en el parque del Retiro. Y luego más visitas por la ciudad.
Ocurrieron muchas cosa, pero sería una entrada larguísima, incluso resumiéndola queda larga ¿verdad?
En fin, en cuanto llegué a casa, coloqué en la nevera y en el centro de todos, el imán que traje de Madrid: me gustó haber colocado el primero traído por mí, sólo espero que no sea el único.

Mi hermana, continuamente insistía en que tenía muchas ganas de que realizásemos un viaje juntas, supongo que era para sacarme de mi monotonía. Pues bien, hace unas semanas, me decidí y acepté. Esta vez, mi marido no podía oponerse. Él había regresado de su peregrinación a la aldea del Rocío. Todos los años le gusta hacer el camino a caballo para ver a la Virgen (muy devoto él) yo no voy, no me gusta; soy agnóstica, no me gusta beber, y tengo mucho “malaje” bailando, por lo tanto, allí no pinto nada. Él se va con unos amigos y durante nueve días, eso sí es verdad, gracias a la Virgen del Rocío, tengo; la casa, el coche y los niños para mí.
Como he dicho antes, acepté, y mi hermana y yo nos fuimos a Madrid, me encantó la experiencia. Fuimos invitadas por dos amigas de mi hermana. Laura y Ceyla, son dos hermanas de nuestro pueblo que viven allí por cuestiones de trabajo y estudios, ellas nos enseñaron la ciudad llevándonos a los lugares más emblemáticos. También fuimos al teatro, y se encargaron de que no nos faltase nada; unas amigas y unas anfitrionas magníficas.
Lástima que llovió todo el día, aun así, pudimos ir a la feria del libro, donde conocí en persona a mi amiga Mª Dolores (la bruja de Clarà) ganadora del concurso de novelas de Yoescribo en 2008. Fue casualidad que ella también estaba en la capital aquél mismo fin de semana. Quedamos y el encuentro fue emocionante.
Mª Dolores y yo, somos amigas desde hace mucho tiempo, aunque sólo nos conocíamos por internet y alguna vez que nos habíamos llamado por teléfono. El encuentro fue muy breve, las dos teníamos muchas cosas que hacer y muy poco tiempo para hacerlas. La lluvia también tuvo mucha culpa pues nos obligó a caminar deprisa, y nos impidió tomarnos un refresco en alguna terraza, como era mi idea desde un principio.
¿La anécdota del viaje? Bueno, pues se me ocurrió llevarme unos zapatos de esparto, son comodísimos. Por lo visto debían de estar sedientos, porque según andaba, iban absorbiendo toda el agua del suelo. Cada vez pesaban más, y llegó un momento que las tiras no aguantaron y cedieron. Los zapatos se rompieron, y casi descalza, tuve que entrar en una zapatería a comprarme otros. Mis viejos zapatos, comodísimos, se quedaron en Madrid.
El domingo amaneció soleado y nos fuimos de nuevo a ver la ciudad, esta vez, sin paraguas. A la hora del almuerzo, decidimos hacer un picnic en el parque del Retiro. Y luego más visitas por la ciudad.
Ocurrieron muchas cosa, pero sería una entrada larguísima, incluso resumiéndola queda larga ¿verdad?
En fin, en cuanto llegué a casa, coloqué en la nevera y en el centro de todos, el imán que traje de Madrid: me gustó haber colocado el primero traído por mí, sólo espero que no sea el único.